jueves, 14 de enero de 2016

Los catalanes en el mundo

s. XIII d. C. - s. XXI d. C.
La lengua catalana, a lo largo de la historia, ha sido utilizada fuera de los Países Catalanes. De hecho, ha disfrutado de cierta difusión y fue la lengua usual a lo largo del Mediterráneo durante la Edad Media y hasta el Renacimiento. A partir del siglo XX, las asociaciones dedicadas al estudio de la lengua y la cultura catalanas, agrupadas en la Federación Internacional de Asociaciones de Catalanística (FIAC), y la red de lectorados de lengua catalana, coordinada por el Instituto Ramon Llull, han garantizado y han ayudado a incrementar la presencia del catalán dentro del mundo universitario internacional.
Europa
Durante la Edad Media y hasta el Renacimiento, la presencia de la lengua catalana fue constante a lo largo del Mediterráneo y el sur de Europa. El comercio catalán fue muy activo en el oriente del Mediterráneo y se dotó de una extensa red de alhóndigas y consulados. Desde la vertiente militar, en tiempos de Jaime I se organizó una expedición de cruzados catalanes para reconquistar Tierra Santa y, aunque la escuadra fue destruida por una tormenta, once de las naves consiguieron llegar a San Juan de Acre. También fue destacada la participación catalana, que testimonian diferentes relatos literarios, en la defensa de Constantinopla (1453). En esta ciudad, la presencia comercial se remonta al siglo XIII, el consulado catalán está documentado ya en 1268, y fue siempre muy importante, sobre todo durante el reinado del emperador Miguel VIII Paleólogo.
En los territorios itálicos, sobre todo en las ciudades, que pertenecieron a la Confederación Catalano-aragonesa, los comerciantes y la gente de cultura conocían y utilizaban el catalán. Esta catalanización fue especialmente intensa en la isla de Cerdeña, donde hoy el catalán todavía está vivo en la ciudad de Alguer. La catalanización lingüística abarcó toda la isla, como testimonian la documentación antigua, la toponimia, la antroponimia y la influencia en la lengua sarda, sobre todo en el dialecto campidanés, en el sur de la isla.
En el siglo XIV, cuando Atenas y Morea eran posesiones catalanas, el prestigio de la lengua hizo que su uso se extendiera también por todo el mar Egeo. La diáspora de los judíos catalanes, después de la expulsión, los llevó a abandonar el idioma al mezclarse con la gran comunidad sefardí, como pasó con los judíos portugueses, pero mantuvieron la denominación nacional y algunas variantes de su lenguaje. La expansión y el prestigio del catalán por todo el Mediterráneo ha dejado préstamos en numerosas lenguas; los catalanismos son especialmente importantes en el vocabulario marítimo.
Después de la Guerra de Sucesión, el exilio austriacista tuvo diferentes destinos pero mayoritariamente se estableció en Viena, en Italia (sobre todo en Nápoles, Milán y Roma) y en Hungría. Entre 1735 y 1738, algunos centenares de exiliados fueron trasladados al Banato de Temesvar, donde se creó la colonia conocida como Nueva Barcelona, que no se llegó a consolidar. Más recientemente, cabe destacar a los pescadores catalanes establecidos en las rías de Galicia, donde impulsaron la industria conservera, o los sitgetanos establecidos en La Higuerita -hoy Isla Cristina-, en Andalucía. Los gitanos catalanes han extendido también el uso de la lengua en comunidades establecidas en diversas poblaciones occitanas. Del mismo modo que muchos exiliados y emigrantes, a partir del siglo XIX y a menudo organizados en torno a casales, extendieron el uso familiar por todo el mundo.
Sobre el conocimiento del catalán en otros países o por parte de extranjeros, el cronista Ramon Muntaner explica cómo personalidades italianas al servicio de la Corona, como el gran almirante Roger de Lauria o el maestro racional Corral Llança, habían adoptado el catalán como lengua habitual. Ramon Llull o el mismo Muntaner, por ejemplo, lo utilizaron continuamente en sus numerosos viajes mediterráneos. Del siglo XV hay numerosos testimonios del entusiasmo popular que despertaban las prédicas en catalán de san Vicente Ferrer, entendido y aclamado en Francia y en Italia y, más sorprendentemente, también en Inglaterra o la Bretaña.
En Roma, durante los pontificados de los papas valencianos de la familia Borja, Calixto III (1456-1458) y Alejandro VI (1492-1503), se aprendía, se hablaba y se escribía el catalán, ya que ésta era la lengua familiar de los pontífices. A finales del siglo XV, un número considerable de impresores alemanes y franceses aprendió la lengua catalana para establecerse en diversas ciudades de los Países Catalanes, donde introdujeron la imprenta. De la misma manera que, en la Menorca del siglo XVIII, incorporada a la Corona Inglesa, serían numerosos los miembros de la guarnición británica de la isla que aprendieron y usaron el catalán.
El prestigio de la lengua y la literatura durante la Edad Media y el Renacimiento ha dejado rastros en diversas literaturas. Era una lengua bien conocida por los grandes escritores aragoneses y castellanos antiguos, como Juan Manuel, el Arcipreste de Talavera o el marqués de Santillana e incluso algunos llegaron a escribir en catalán, como en el caso de Enrique de Villena o de Bartolomé de Torres Naharro. Las obras de autores catalanes fueron muy pronto traducidas a otras lenguas y han encontrado influencias en autores como Montaigne, Cervantes, Giordano Bruno, Leibnitz, Bacon o los grandes filósofos escoceses. Por otro lado, a lo largo del siglo XX se desarrolló el estudio científico y universitario de la lengua catalana y su literatura, inicialmente en el ámbito europeo, dando paso a la actual difusión de la catalanística internacional.
América
Son conocidas las sospechas razonables sobre la catalanidad de Cristóbal Colón, que contó con un notable entorno catalán en sus expediciones americanas. Las serias limitaciones para comerciar con América, que sufrían los ciudadanos de la Corona de Aragón, limitaron mucho la emigración hasta el siglo XVIII. No obstante, este continente cuenta con cerca de un millar de topónimos de origen catalán. En la colonización de California, durante el siglo XVIII, hubo una importante presencia de catalanes y mallorquines, encabezada por el gobernador Gaspar de Portolà, Pere Fages y su compañía de Voluntarios de Cataluña y fray Junípero Serra, jefe de la expedición religiosa. En el otro lado de América del Norte, cerca de la bahía de los Mosquitos, en la por entonces provincia británica de la Florida Oriental, el año 1768 se estableció un grupo de colonizadores menorquines. Esta colonia de Nova Esmirna fracasó y el año 1777 los supervivientes se refugiaron en la antigua ciudad de San Agustín, donde han quedado algunos apellidos más o menos desfigurados por el inglés y unos pocos topónimos. Incluso se pueden encontrar todavía algunos rastros del 'Mahonese' de los viejos en el habla local, junto a la elaboración de quesadas y alguna otra receta culinaria.
A lo largo del siglo XIX, la isla de Cuba fue la principal receptora de la emigración catalana, hasta el punto de que se calcula que era catalán uno de cada cinco emigrantes procedentes del Estado español y uno de cada diez soldados, y lo era igualmente más de una cuarta parte de los comerciantes de La Habana y mucho más de la mitad de los del área de Santiago. El año 1840, en La Habana, se fundó la Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Cataluña, el primero de los casales catalanes que, a partir de entonces, se fueron abriendo, primero por América y, más tarde, por todo el mundo.
Algunos de estos emigrantes de los siglos XVIII y XIX consiguieron reunir grandes fortunas y, cuando regresaron al país, se hicieron construir lujosas residencias y serían conocidos como 'indianos' o 'americanos'. En diversos países iberoamericanos hubo, además, una importante presencia misionera catalana, especialmente por parte de los capuchinos, pero también de otras órdenes religiosas. Hacia final del siglo XIX y comienzo del XX, Costa Rica acogió a un grupo de comerciantes catalanes que se convirtió en muy influyente y de donde surgió, por ejemplo, el político progresista Josep Figueres i Ferrer, que fue presidente del país en diversas ocasiones.
Después del descalabro republicano en la guerra civil española, México acogió generosamente a buena parte de la diáspora catalana, pero también lo hicieron otros países como Argentina, Chile, Uruguay, Colombia o Venezuela, entre otros. Esta gran oleada emigratoria fortaleció los casales catalanes de estos países, originó la aparición de numerosas y notables publicaciones en lengua catalana e hizo posible la celebración de los Juegos Florales del exilio.
Resto del mundo
África y Asia sólo han sido receptoras de exiliados o emigrantes catalanes de manera esporádica. No obstante, los contactos han existido desde antiguo. El franciscano islamizado mallorquín Anselm Abd-Al·lah Turmeda, por ejemplo, fue traductor y jefe de la aduana de Túnez a final del siglo XIV y comienzos del XV. Durante el siglo XIX, desde la colonización francesa de Algeria, entre los colonos que se establecieron, llamados despectivamente 'pieds-noirs' (pies negros), hubo una importante colonia formada por norcatalanes, baleares y valencianos, establecidos básicamente cerca de Orán. Estos colonos, a comienzo del siglo XX, llegaron a producir publicaciones periódicas en catalán -allí conocido como 'patuet'- con ortografía francesa. La oleada inmigratoria global recibida por los Países Catalanes a finales del siglo XX hace que hoy en día sean numerosos los ciudadanos procedentes de estos continentes, como también de Iberoamérica y el este de Europa, que han hecho suya la lengua catalana para incorporarse a la sociedad de acogida.
Sin poder compararse con la presencia catalana en Europa o en América, más recientemente Oceanía, y especialmente Australia, ha sido el destino de una cierta emigración catalana. El año 1847, el benedictino Josep M. Benet Serra i Julià fue nombrado obispo de Victoria y, en 1926, Esteve Morell, hijo de un emigrante catalán, fue elegido alcalde de Melbourne, ciudad donde, desde 1989, la emisora radiofónica Ethnic Public Radio emite un programa en lengua catalana. Sydney cuenta con una activa comunidad catalana.
FUENTES http://www.gencat.cat/culturcat/portal/site/culturacatalana/menuitem.be2bc4cc4c5aec88f94a9710b0c0e1a0/es_ES/index1f63.html?vgnextoid=4a2a5c43da896210VgnVCM1000000b0c1e0aRCRD&vgnextchannel=4a2a5c43da896210VgnVCM1000000b0c1e0aRCRD&vgnextfmt=detall2&contentid=b1783c084ded7210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&newLang=es_ES

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