martes, 9 de julio de 2013

Mas entrega 600.000 euros a las casas regionales en el exterior para que difundan su proyecto secesionista

La mayor parte de las denominadas comunidades catalanas del exterior presentaron recientemente dos manifiestos independentistas. El líder nacionalista trata de internacionalizar su proyecto rupturista, para lo que ha diseñado una estrategia que incluye viajes al exterior, un plan de comunicación con la prensa extranjera y la futura Ley de la Acción Exterior. Un nuevo organismo, Diplocat, es el encargado de dinamizar y coordinar todas las actuaciones, que se centran en desprestigiar la imagen internacional de España.
Alejandro Tercero
Lunes, 8 de julio de 2013 | 15:51
Artur Mas, en la Delegación de la Generalidad ante al Unión Europea (foto: gencat.cat).
Artur Mas, en la Delegación de la Generalidad ante al Unión Europea (foto: gencat.cat).
El departamento de Presidencia de la Generalidad ha anunciado la convocatoria de una nueva ronda de subvenciones ‘para actividades de promoción y difusión de Cataluña, su cultura y la lengua catalana, a ayudas sociales, al apoyo a la nueva emigración y al funcionamiento ordinario de las comunidades catalanas del exterior para el año 2013′.
Según la resolución PRE/1451/2013, publicada el viernes pasado en el Diario Oficial de la Generalidad (DOGC), la dotación de esta partida asciende a 600.000 euros, si bien, ‘podrá ser modificada’. En ocasiones anteriores, la cantidad inicialmente presupuestada se duplicó a lo largo del año. Así, en 2012, los 600.000 euros previstos en un principio pasaron a 1,2 millones. Y en 2011, los 700.000 euros presupuestados finalmente se duplicaron hasta los 1,4 millones de euros.
Por otra parte, para poder optar a las subvenciones se exige ‘cumplir los requisitos establecidos en los artículos 32.1, 32.3 y 36.4 de la Ley 1/1998, de 7 de enero, de política lingüística’. Estos artículos establecen que ‘la señalización y los carteles de información general de carácter fijo y los documentos de oferta de servicios para las personas usuarias y consumidoras de los establecimientos abiertos al público deben estar redactados, al menos, en catalán‘. Y ordenan que ‘los rótulos e informaciones de carácter fijo y que contengan texto que han de constar en el interior de los centros laborales dirigidos a las personas que trabajen en los mismos deben figurar, al menos, en catalán’. Todo ello contradice lo dictaminado en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Las comunidades catalanas del exterior son casas regionales, casales o, simplemente, grupos de catalanes que se encuentran en el extranjero (o en el resto de España) y que la Generalidad reconoce oficialmente como tales. Esta calificación les permite recibir diversas ayudas -principalmente económicas- por parte del Gobierno autonómico a cambio de fomentar la cultura y la lengua catalanas en esos países. Son entidades de carácter privado y, actualmente, la Generalidad reconoce a casi un centenar de ellas. Están repartidas por todo el globo, desde China y Australia, hasta Canadá y Estados Unidos, pasando por Japón, Islandia y Marruecos. Sin embargo, las más numerosas se encuentran en los países iberoamericanos.
Apoyo incondicional de los casales al plan secesionista de Mas 
Una de las claves del proyecto secesionista liderado por el presidente autonómico, Artur Mas (CIU), es lo que los nacionalistas denominan ‘internacionalización del conflicto’. Y en este punto, las comunidades catalanas del exterior es uno de los pilares en los que la Generalidad basa esa estrategia.
De hecho, las bases de esta convocatoria de ayudas (PRE/187/2013) especifican que ‘el objeto de esta línea de subvención es financiar los gastos de organización de actividades sociales y culturales de difusión y promoción de Cataluña, su lengua, cultura e historia, que organicen las comunidades catalanas del exterior, así comoaquellas que se adecúen a los objetivos estratégicos de la Generalidad de Cataluña‘.
En los últimos meses, las comunidades catalanas del exterior han mostrado públicamente su apoyo inequívoco al proyecto rupturista de Mas. En octubre de 2012, medio centenar de casales de todo el mundo presentaron un manifiesto de apoyo al líder nacionalista ‘en la transición nacional hacia el estado propio’ y ‘hacia la plena soberanía de nuestro país [por Cataluña]‘. ‘A falta actualmente de un cuerpo diplomático propio, y con el objetivo de explicar la realidad de Cataluña al mundo, las comunidades catalanas del exterior firmantes de este manifiesto nos ponemos a disposición del Gobierno [autonómico] para difundir el mensaje del pueblo catalán por todo el mundo, con la finalidad última de que Cataluña pueda convertirse en un estado libre y soberano en el marco de la Unión Europea’, añade el texto.
En febrero pasado, otra treintena de casales -en esta ocasión, de Sudamérica y Centroamérica- hicieron público un manifiesto de apoyo a la declaración secesionista aprobada el 23 de enero en el Parlamento autonómico de Cataluña. En él, denunciaban una supuesta ‘agresión permanente del Estado español’ a Cataluña durante los últimos 300 años; anunciaban ‘el inicio de la etapa final del proceso de independencia de Cataluña’; reivindicaban la celebración de ‘una consulta vinculante’ para que Cataluña pueda ‘ejercer el derecho de autodeterminación’; y hacían un llamamiento a ‘colaborar en el proceso de independencia y a participar activamente en la campaña para ampliar y consolidar la mayoría social favorable al estado propio’, comprometiéndose, también, a difundir ‘a todas las personalidades relevantes de los gobiernos de las comunidades de acogida, instituciones culturales, educativas, sociales, sindicales, y por todos los medios de comunicación posibles la identidad de Cataluña como nación y sus características históricas, sociales y económicas’.
La Ley de la Acción Exterior, próximo objetivo
Las iniciativas de Mas en el ámbito internacional se han intensificado en los últimos tiempos. El presidente autonómico ha incrementado sus viajes a otros países y suscontactos con políticos extranjeros para recabar apoyos a su proyecto, aunque, de momento, no ha tenido demasiado éxito.
Por otra parte, Mas ha puesto en marcha un plan de comunicación para hacer llegar a la prensa internacional su mensaje sin intermediarios. Y hace unos meses, sustituyó alos responsables de la política exterior autonómica y de las delegaciones en el extranjero (las polémicas embajadas) por personas con un perfil claramente independentista.
También ha creado un organismo especializado en ‘contribuir al conocimiento y reconocimiento exterior’ de Cataluña, denominado Diplocat, que ya prepara a los futuros diplomáticos autonómicos. A finales de abril se conoció el primer argumentario elaborado por esta institución destinado a sus entidades colaboradoras para que lo difundan por todo el mundo: un documento de seis páginas en el que se presenta a España como un país caótico, intolerante, uniformizador y recentralizador que rechaza el multiculturalismo y que maltrata económicamente a Cataluña.
El próximo objetivo es la autonómica Ley de la Acción Exterior de Cataluña, cuyo anteproyecto se publicó el miércoles pasado para ser sometido a información pública. La normativa tiene como propósito ‘la proyección de Cataluña como actor internacional’, y, según recoge el preámbulo, Mas no esconde sus intenciones de utilizarla para promocionar su plan para celebrar un referendo secesionista: ‘Hay que internacionalizar los anhelos mayoritarios de Cataluña para expresar su voluntad de forma democrática y proyectar la nación catalana en el exterior en sus dimensiones histórica, económica, social, lingüística y cultural’.

COLUMNA: La(s) bandera(s) de Cataluña

MIAMI, 8 jul 2013 (IPS) - El espectacular concierto celebrado en el Camp Nou del club Barcelona el 29 de junio, en apoyo del “derecho a decidir” (eufemismo respetuoso de ”autodeterminación” catalana) para celebrar una “consulta” (léase “referéndum”) sobre la alternativa de la independencia (así de claro) y el abandono del autonomismo, ha revelado que resultará un tanto insólito seguir usando la bandera jurídicamente correcta de Cataluña.
A juzgar por las imágenes de los aderezos de los asistentes, la bandera tradicional de las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo ha sido suplantada masivamente por la que inserta un triángulo azul y una estrella blanca en uno de sus lados (lateral o superior, según su posicionamiento).
Como alternativa minoritaria, se observa también una variante adoptada por partidos y organizaciones marxistas que presume de otro esquema triangular, pero con fondo amarillo y una estrella roja.
Una razonable mayoría de los catalanes conocen la historia (o mito) del origen de la enseña catalana constitucional y políticamente correcta, pero un sondeo revelaría una apabullante ignorancia acerca del origen de las variantes con la inserción triangular.
Subsiste un cierto conocimiento del origen legendario de las cuatro franjas (las huellas de cuatro dedos con sangre de las heridas del fundador de la Cataluña medieval, Wifredo el Velloso) sobre el fondo dorado de un escudo de armas. Este contraste puede tener consecuencias intrigantes si en algún momento se logra la ansiada independencia.
Pero también incluso ahora se alza una incógnita acerca del posible arrinconamiento que la bandera “legal” pueda tener, ante el uso masivo de la “estelada”, como se refiere a la alternativa, empleando la palabra catalana para “estrella”: “estel”.
Una respuesta rigurosa a esos sondeos acerca de la simbología de la bandera con triángulo y estrella revelarían que la innovadora enseña es significativamente un homenaje doble al nacionalismo independentista de dos antiguas colonias españolas (Cuba y Puerto Rico).
Paradójicamente, teniendo en cuenta el cierto resquemor antiyanqui y antigalo en las sociedades catalana y española, un uso candorosamente respetuoso de la simbología de los colores de las banderas estadounidense y francesa es intrigante.
La evidencia histórica muestra que la enseña con el triángulo azul y la estrella blanca es una documentada y fiel adaptación de la bandera cubana, la cual a su vez se desdobla en la de Puerto Rico, pero con los colores cambiados. En lugar de franjas azules, presume de rojas, mientras el triángulo es de fondo azul en Puerto Rico y rojo en Cuba. Los tres colores combinados responden a los ideales de libertad (blanco), igualdad (rojo) y fraternidad (azul).
El ligamen entre la simbiosis de las banderas cubana e independentista catalana se remonta a la presencia de emigrantes catalanes en Cuba, como parte del masivo trasvase de españoles, antes y (especialmente) después de la independencia.
Pero la exportación del experimento cubano-catalán fue producto de los esfuerzos de un ciudadano catalán, Vicenç Albert Ballester i Camps (1872-1938). De sus viajes a Cuba se llevó el nuevo diseño.
En su insistencia por usar el rediseño de la bandera cubana, consideró que la enseña tradicional catalana no tenía atractivo visual, al quedar neutralizada por la española. La adición de los colores azul y blanco resultaba muy efectiva, con el dramático y simbólico triángulo (que pocas banderas usan).
La innovadora bandera adquirió estatus jurídico cuando se la mencionó explícitamente en la Constitución Provisional de la República Catalana, aprobada en 1928 por una asamblea del independentismo catalán en América.
Allí se dice que “la bandera oficial de la República Catalana es la histórica de las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo, con la adición, en la parte superior, de un triángulo azul y una estrella blanca de cinco puntas en su mismo centro”.
El ligamen entre la simbiosis de las banderas cubana e independentista catalana se remonta a la presencia de emigrantes catalanes en Cuba.
Mientras los estatutos de autonomía catalana de 1932 y 1979 respetan la tradición y declaran la bandera histórica como la legal, el innovador texto de la Constitución Provisional declara que la bandera oficial sería la “estelada”.
Se ha considerado históricamente que esta es solo un gesto reivindicativo, mientras no se disfrute de la independencia, y sobre todo porque la histórica era ilegal.
Los acontecimientos recientes señalarían que la bandera definitiva, en caso de conseguirse la independencia, sería la “estelada”, quedando la histórica y tradicional como una ilustración de anteriores épocas.
A propósito de la celebración del 4 de julio, fiesta nacional de Estados Unidos, conviene meditar sobre el impacto de esa todavía potencia “necesaria”, o incluso “insustituible”.
La nueva polémica creada por la vergonzosa conducta de Washington de convertirse en espía incluso de sus propios aliados y por la impotencia para corregir los errores (Guantánamo es solamente uno de ellos) de las intervenciones posteriores al 11 de septiembre de 2001, ha añadido más fuego al antiamericanismo.
Pero también merece meditarse la complejidad de la huella global creada por el experimento más ambicioso de nación forjada por voluntad, imitable y adoptable. Los trazos “estadounidenses” en la bandera independentista catalana son una muestra.
Joaquín Roy es catedrático Jean Monnet y director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami (jroy@Miami.edu)