lunes, 20 de agosto de 2012

Como emigrante te sientes escindido, pero cuando escribo en el blog sé quien soy'


Con Shaudin Melgar la sección 'De blog en blog' cruza el Atlántico. Esta bloguera y escritora catalana vive en Canadá desde hace años, y reconoce que Internet ha sido clave para recuperar buena parte de la relación con Catalunya que había perdido.
--Nombre completo: Shaudin Melgar-Foraster
--Blog: 
Shaudin Melgar-Foraster

--¿Qué sensaciones tienes al escribir un blog en catalán desde Canadá?
--Me siento muy cómoda. Al fin y al cabo el catalán es mi lengua de verdad, la que me hace sentir, más que ninguna otra, que soy parte de una comunidad. Aunque en buena medida Canadá es también mi tierra y vivo rodeada de inglés, sólo cuando me expreso en catalán siento una fuerte sensación de pertenencia. Un blog, sobre todo un blog personal, es una excelente herramienta para expresarse, así que mi blog escrito en catalán se convierte en un vínculo con la comunidad de habla catalana.
Cuando escribo los artículos del blog sé quién soy. Los que hemos emigrado, y vivido muchos años en el nuevo país, nos sentimos bastante escindidos, con una especie de psicosis que no nos permite saber muy bien quiénes somos. Todos los inmigrantes que he conocido -y he conocido a muchos en Toronto, donde el 50% de la población ha venido de otro país-, sufren en alguna medida de esta psicosis: ¿somos canadienses o somos del país de origen? ¿Quiénes somos realmente? Es una sensación que llega a producir desasosiego. Sin embargo, en mi caso, el arraigo a la lengua catalana consigue reducir la desazón. Expresarme en catalán me da una sensación de paz. Utilizar mi lengua en el blog me libera de la psicosis del inmigrante. No importa donde viva porque la lengua catalana me dice quién soy.

--Se suele decir que las tecnologías acortan distancias. ¿En tu caso es así o te sientes lejos de Catalunya?
--Tengo que suscribir este dicho. No soy de natural una entusiasta de las tecnologías, pero he de reconocer que pueden ser bastante útiles y que, efectivamente, acortan distancias.
Pasé muchos años en Canadá sin prácticamente ninguna comunicación con mi tierra de origen -salvo en el contacto con mi familia-. Amigos y personas que había conocido en mi tierra se borraban, desaparecían de mi vida, e incluso la comunicación en mi lengua era muy limitada. Al comenzar a impartir clases de catalán y cultura catalana en las universidades de aquí, el contacto con el Institut Ramon Llull me hizo revivir la comunicación en catalán, pero aún era muy escasa.
Y he aquí que un día Internet -a pesar de mis pocas ganas iniciales de usarlo- empezó a cambiar mi vida. De repente mi tierra catalana estaba más cerca de lo que parecía: reencontré a amigos e hice nuevos, entré de lleno en un foro catalán y, al fin, creé el blog en catalán. Ahora, aunque la distancia no deja de existir, puedo comunicarme con vosotros -sólo tengo que poner los dedos sobre el teclado.

--Publicistas muchos colectivos culturales integrados por jóvenes. ¿Con Internet el interés de los jóvenes por la cultura está mejor o peor?
--Me interesa mucho la juventud. He dicho muchas veces que los jóvenes son nuestro futuro, por lo tanto es importante interesarse por ellos y celebrar sus éxitos, bien personales o colectivos. Siempre que me entero de algún colectivo con cara y ojos, integrado por jóvenes catalanes, procuro hacer difusión en mi blog. Me hace ilusión y, quién sabe, quizás mis artículos pueden conseguir ayudarles. Por lo menos, saben que sus actividades son celebradas.
Es difícil saber si Internet ha favorecido el interés de los jóvenes por la cultura. Me parece que tendremos que esperar unos años antes de poder saber el resultado. Internet, es conocido, puede ser positivo y también negativo. Es difícil que una persona muy joven sea capaz de discernir, entre la avalancha de información de todo tipo que se encuentra en Internet, qué es provechoso, qué puramente comercial y qué nocivo. Sin duda hay información cultural muy adecuado, pero puede pasar desapercibida entre tanta otra que no aporta nada positivo. Este es el problema que veo.

--¿Piensas que el blog te puede ayudar a proyectar tu carrera literaria? 
--Bueno, es que sin el blog me parece que no iría a ninguna parte con mis libros. Somos la era de Internet y, sin entrar en esta nueva tecnología (o quizá ya no es tan nueva), los autores que todavía no tienen un nombre les hace cuesta arriba hacer saber que existen. Un blog es la herramienta más adecuada: te permite sacar la nariz en la red, mostrar cómo escribes y comunicarte con los lectores.
En mi caso, tenemos además la particularidad de la distancia. Sería casi imposible entrar en contacto con los lectores, sobre todo con los lectores en potencia, de no tener un blog. Es imposible que vaya a hacer presentaciones o firmar libros a una biblioteca, librería o feria de libros. Hay un océano entre Canadá y mis lectores catalanes. El blog, por lo tanto, resulta imprescindible.
Debo mencionar que hace ilusión poder tener una interacción con los lectores. No os podéis imaginar la alegría que tengo cada vez que un lector escribe un comentario en mi blog sobre una novela mía o alguno de los artículos del blog. Y entonces puedo responder, y a veces incluso establecemos todo un diálogo. Esto no tiene precio.

--¿Cómo te inspiras para tus artículos?
--Mi blog se dirige a un público de edades diferentes. Más o menos, a lectores de 10 años en adelante; digamos hasta 100 años, que ahora la gente vive mucho. Por lo tanto cuando escribo los artículos debo tener en cuenta esta disparidad de edades. Los artículos no deben ser densos, pero también rehúyo los textos superficiales o de léxico limitado.
Intento escribir artículos variados en cuanto a la temática. En un principio pensaba escribir mayormente sobre mi novela, pero al fin he terminado escribiendo sobre muchas cosas. En el blog hay una serie de artículos sobre la novela Más allá del sueño, pero también los encontramos sobre Canadá, mi infancia, la lengua catalana, los colectivos Literarios de Catalunya, la SantAndreu Jazz Band, etcétera.
Cualquier cosa me inspira: la música que escucho, la tormenta de nieve que tenemos, las elecciones al Parlament de Catalunya o los gatos en las ventanas. Tengo más ideas por los artículos del blog que tiempo de escribirlos. Si no fuera por todas las cosas que tengo que hacer -y quiero hacer-, podría escribir artículos cada día, pero me he de limitar a publicar uno cada 6 días, más o menos. Y tengo que encontrar tiempo para leer y comentar otros blogs, porque de eso se trata también: de la comunicación entre blogueros.

Los catalanes en el mundo



La lengua catalana, a lo largo de la historia, ha sido utilizada fuera de los Países Catalanes. De hecho, ha disfrutado de cierta difusión y fue la lengua usual a lo largo del Mediterráneo durante la Edad Media y hasta el Renacimiento. A partir del siglo XX, las asociaciones dedicadas al estudio de la lengua y la cultura catalanas, agrupadas en la Federación Internacional de Asociaciones de Catalanística (FIAC), y la red de lectorados de lengua catalana, coordinada por el Instituto Ramon Llull, han garantizado y han ayudado a incrementar la presencia del catalán dentro del mundo universitario internacional.


Europa
Durante la Edad Media y hasta el Renacimiento, la presencia de la lengua catalana fue constante a lo largo del Mediterráneo y el sur de Europa. El comercio catalán fue muy activo en el oriente del Mediterráneo y se dotó de una extensa red de alhóndigas y consulados. Desde la vertiente militar, en tiempos de Jaime I se organizó una expedición de cruzados catalanes para reconquistar Tierra Santa y, aunque la escuadra fue destruida por una tormenta, once de las naves consiguieron llegar a San Juan de Acre. También fue destacada la participación catalana, que testimonian diferentes relatos literarios, en la defensa de Constantinopla (1453). En esta ciudad, la presencia comercial se remonta al siglo XIII, el consulado catalán está documentado ya en 1268, y fue siempre muy importante, sobre todo durante el reinado del emperador Miguel VIII Paleólogo.
En los territorios itálicos, sobre todo en las ciudades, que pertenecieron a la Confederación Catalano-aragonesa, los comerciantes y la gente de cultura conocían y utilizaban el catalán. Esta catalanización fue especialmente intensa en la isla de Cerdeña, donde hoy el catalán todavía está vivo en la ciudad de Alguer. La catalanización lingüística abarcó toda la isla, como testimonian la documentación antigua, la toponimia, la antroponimia y la influencia en la lengua sarda, sobre todo en el dialecto campidanés, en el sur de la isla.
En el siglo XIV, cuando Atenas y Morea eran posesiones catalanas, el prestigio de la lengua hizo que su uso se extendiera también por todo el mar Egeo. La diáspora de los judíos catalanes, después de la expulsión, los llevó a abandonar el idioma al mezclarse con la gran comunidad sefardí, como pasó con los judíos portugueses, pero mantuvieron la denominación nacional y algunas variantes de su lenguaje. La expansión y el prestigio del catalán por todo el Mediterráneo ha dejado préstamos en numerosas lenguas; los catalanismos son especialmente importantes en el vocabulario marítimo.
Después de la Guerra de Sucesión, el exilio austriacista tuvo diferentes destinos pero mayoritariamente se estableció en Viena, en Italia (sobre todo en Nápoles, Milán y Roma) y en Hungría. Entre 1735 y 1738, algunos centenares de exiliados fueron trasladados al Banato de Temesvar, donde se creó la colonia conocida como Nueva Barcelona, que no se llegó a consolidar. Más recientemente, cabe destacar a los pescadores catalanes establecidos en las rías de Galicia, donde impulsaron la industria conservera, o los sitgetanos establecidos en La Higuerita –hoy Isla Cristina–, en Andalucía. Los gitanos catalanes han extendido también el uso de la lengua en comunidades establecidas en diversas poblaciones occitanas. Del mismo modo que muchos exiliados y emigrantes, a partir del siglo XIX y a menudo organizados en torno a casales, extendieron el uso familiar por todo el mundo.
Sobre el conocimiento del catalán en otros países o por parte de extranjeros, el cronista Ramon Muntaner explica cómo personalidades italianas al servicio de la Corona, como el gran almirante Roger de Lauria o el maestro racional Corral Llança, habían adoptado el catalán como lengua habitual. Ramon Llull o el mismo Muntaner, por ejemplo, lo utilizaron continuamente en sus numerosos viajes mediterráneos. Del siglo XV hay numerosos testimonios del entusiasmo popular que despertaban las prédicas en catalán de san Vicente Ferrer, entendido y aclamado en Francia y en Italia y, más sorprendentemente, también en Inglaterra o la Bretaña.
En Roma, durante los pontificados de los papas valencianos de la familia Borja, Calixto III (1456-1458) y Alejandro VI (1492-1503), se aprendía, se hablaba y se escribía el catalán, ya que ésta era la lengua familiar de los pontífices. A finales del siglo XV, un número considerable de impresores alemanes y franceses aprendió la lengua catalana para establecerse en diversas ciudades de los Países Catalanes, donde introdujeron la imprenta. De la misma manera que, en la Menorca del siglo XVIII, incorporada a la Corona Inglesa, serían numerosos los miembros de la guarnición británica de la isla que aprendieron y usaron el catalán.
El prestigio de la lengua y la literatura durante la Edad Media y el Renacimiento ha dejado rastros en diversas literaturas. Era una lengua bien conocida por los grandes escritores aragoneses y castellanos antiguos, como Juan Manuel, el Arcipreste de Talavera o el marqués de Santillana e incluso algunos llegaron a escribir en catalán, como en el caso de Enrique de Villena o de Bartolomé de Torres Naharro. Las obras de autores catalanes fueron muy pronto traducidas a otras lenguas y han encontrado influencias en autores como Montaigne, Cervantes, Giordano Bruno, Leibnitz, Bacon o los grandes filósofos escoceses. Por otro lado, a lo largo del siglo XX se desarrolló el estudio científico y universitario de la lengua catalana y su literatura, inicialmente en el ámbito europeo, dando paso a la actual difusión de la catalanística internacional.
América
Son conocidas las sospechas razonables sobre la catalanidad de Cristóbal Colón, que contó con un notable entorno catalán en sus expediciones americanas. Las serias limitaciones para comerciar con América, que sufrían los ciudadanos de la Corona de Aragón, limitaron mucho la emigración hasta el siglo XVIII. No obstante, este continente cuenta con cerca de un millar de topónimos de origen catalán. En la colonización de California, durante el siglo XVIII, hubo una importante presencia de catalanes y mallorquines, encabezada por el gobernador Gaspar de Portolà, Pere Fages y su compañía de Voluntarios de Cataluña y fray Junípero Serra, jefe de la expedición religiosa. En el otro lado de América del Norte, cerca de la bahía de los Mosquitos, en la por entonces provincia británica de la Florida Oriental, el año 1768 se estableció un grupo de colonizadores menorquines. Esta colonia de Nova Esmirna fracasó y el año 1777 los supervivientes se refugiaron en la antigua ciudad de San Agustín, donde han quedado algunos apellidos más o menos desfigurados por el inglés y unos pocos topónimos. Incluso se pueden encontrar todavía algunos rastros del ‘Mahonese’ de los viejos en el habla local, junto a la elaboración de quesadas y alguna otra receta culinaria.
A lo largo del siglo XIX, la isla de Cuba fue la principal receptora de la emigración catalana, hasta el punto de que se calcula que era catalán uno de cada cinco emigrantes procedentes del Estado español y uno de cada diez soldados, y lo era igualmente más de una cuarta parte de los comerciantes de La Habana y mucho más de la mitad de los del área de Santiago. El año 1840, en La Habana, se fundó la Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Cataluña, el primero de los casales catalanes que, a partir de entonces, se fueron abriendo, primero por América y, más tarde, por todo el mundo.
Algunos de estos emigrantes de los siglos XVIII y XIX consiguieron reunir grandes fortunas y, cuando regresaron al país, se hicieron construir lujosas residencias y serían conocidos como ‘indianos’ o ‘americanos’. En diversos países iberoamericanos hubo, además, una importante presencia misionera catalana, especialmente por parte de los capuchinos, pero también de otras órdenes religiosas. Hacia final del siglo XIX y comienzo del XX, Costa Rica acogió a un grupo de comerciantes catalanes que se convirtió en muy influyente y de donde surgió, por ejemplo, el político progresista Josep Figueres i Ferrer, que fue presidente del país en diversas ocasiones.
Después del descalabro republicano en la guerra civil española, México acogió generosamente a buena parte de la diáspora catalana, pero también lo hicieron otros países como Argentina, Chile, Uruguay, Colombia o Venezuela, entre otros. Esta gran oleada emigratoria fortaleció los casales catalanes de estos países, originó la aparición de numerosas y notables publicaciones en lengua catalana e hizo posible la celebración de los Juegos Florales del exilio.
Resto del mundo
África y Asia sólo han sido receptoras de exiliados o emigrantes catalanes de manera esporádica. No obstante, los contactos han existido desde antiguo. El franciscano islamizado mallorquín Anselm Abd-Al·lah Turmeda, por ejemplo, fue traductor y jefe de la aduana de Túnez a final del siglo XIV y comienzos del XV. Durante el siglo XIX, desde la colonización francesa de Algeria, entre los colonos que se establecieron, llamados despectivamente ‘pieds-noirs’ (pies negros), hubo una importante colonia formada por norcatalanes, baleares y valencianos, establecidos básicamente cerca de Orán. Estos colonos, a comienzo del siglo XX, llegaron a producir publicaciones periódicas en catalán –allí conocido como ‘patuet’– con ortografía francesa. La oleada inmigratoria global recibida por los Países Catalanes a finales del siglo XX hace que hoy en día sean numerosos los ciudadanos procedentes de estos continentes, como también de Iberoamérica y el este de Europa, que han hecho suya la lengua catalana para incorporarse a la sociedad de acogida.
Sin poder compararse con la presencia catalana en Europa o en América, más recientemente Oceanía, y especialmente Australia, ha sido el destino de una cierta emigración catalana. El año 1847, el benedictino Josep M. Benet Serra i Julià fue nombrado obispo de Victoria y, en 1926, Esteve Morell, hijo de un emigrante catalán, fue elegido alcalde de Melbourne, ciudad donde, desde 1989, la emisora radiofónica Ethnic Public Radio emite un programa en lengua catalana. Sydney cuenta con una activa comunidad catalana.




La Cataluña emigrante

BARCELONA- Cataluña ha sido siempre tierra de acogida de inmigrantes. Sin embrago, con la crisis económica que atraviesa el país, mientras los extranjeros que llegan disminuyen, los catalanes que se van, aumentan. Solos o acompañados de mujer e hijos marchan en busca de nuevas oportunidades, por una mejora  enlas condiciones laborales o simplemente debido a las negras perspectivas que se avecinan.  
Según el último estudio del Consell de Treball Económic i Social de Cataluña (Ctesc), el 1 de enero de 2012, el número de personas que han salido de Cataluña y han fijado su residencia en el extranjero se eleva a las 185.848 personas, lo que representa un 8,7 por ciento más que el año anterior. De éstos, el 57 por ciento son personas inmigrantes que en su día vinieron a Cataluña y ahora, con la crisis y la falta de trabajo, se han visto obligadas a buscar suerte en otros países. El resto, 70.660, son catalanes que han decidido marcharse en busca de un futuro mejor en el extranjero.

¿Más posibilidades?
Debido a la crisis, concretamente de la construcción, la empresa en la que trabaja Albert, de 29 años y nacido en Barcelona, empezó a abrir mercado en EEUU y le enviaron a trabajar al otro lado del atlántico. «Vivo en Nueva York desde febrero de 2011, aquí la oferta de trabajo es mayor. Y mi sueldo, mucho mayor. Además existen muchas más posibilidades de promocionar», comenta el joven ingeniero informático que no tiene la intención de volver a corto plazo. «La situación en España es penosa y es muy difícil encontrar buenas salidas profesionales si las comparas con las que te ofrecen aquí», añade desde su oficina de Manhattan. 
Las cifras constatan que en los últimos dos años, Cataluña ha vivido un éxodo de 5.263 catalanes empadronados en el extranjero a los que deberían sumarle los que habitan en otros países, pero siguen empadronados aquí. El 64 por ciento de ellos se encuentran en edad laboral y tienen entre 16 y 64 años, según las cifras del Ctesc. «Decidí irme de Cataluña hace un año para vivir nuevas experiencias y oportunidades laborales e influyó el hecho de que en Alemania se respete más la profesión y la remuneración», explica Miguel, ingeniero y de 28 años desde Nuremberg. «Las noticias que llegan de España son muy malas. Los españoles que vivimos fuera intentamos mejorar esa imagen de país», comenta el joven que, a pesar de echar de menos el clima, la gastronomía y los amigos, no tiene planes de volver pronto a Barcelona. «Me gustaría quedarme en Alemania un par de años y luego explorar otros países, vivir en el extranjero te permite vivir nuevas experiencias cada día y te conviertes más tolerante y abierto». Con él se fue su mujer. «A pesar de que siempre habíamos querido vivir  en el extranjero, el hecho de que la empresa de mi marido cerrara, le ofrecieran trabajo en Alemania y no ver oportunidades de trabajo en España, hizo que todo fuera más fácil», recuerda Begoña, financiera y de 28 años. «No volvería todavía y menos viendo como está el panorama en España. Tenemos mejor horario de trabajo, mejor condiciones y menor coste de vida», añade.
Andorra, Francia, Reino Unido, Alemania y EEUU son los principales destinos. Después de verano, Marcos y Cristina pondrán rumbo a Andorra, donde viven más de 6.600 catalanes. «Es difícil tomar la decisión, dejar tu piso, tu familia y tu ciudad, pero a largo plazo es lo mejor para el futuro de nuestra familia», explica Marcos, de 32 años. «Las condiciones que me da la empresa al irme fuera son mejores, me pagan el piso, un coche y un mejor sueldo», enumera este economista.

Fuentes : http://www.larazon.es

Reportaje de María Manjavacas con un físico catalán emigrante en Singapur.

Hoy cada vez son más los talentos que dejan España para buscarse su futuro lejos de aquí. Son los JESP, Jóvenes Emigrantes Sobradamente Preparados, que forman parte de una generación de gente bien preparada que se ha visto obligada a salir de España en busca de trabajo. Como Alex, un físico catalán que ahora está en Singapur tras pasar antes por Inglaterra e Italia.

Fuentes: http://www.elpais.com


http://sdmedia.cadenaser.com/cadenaser/podcast/audios/cadenaser_hoyporhoy_20120717csrcsrsoc_1_Aes.mp3

Emigrar y empezar de cero


Porque hay que espabilarse. Trabajar donde sea y de lo que sea. Por uno mismo. Por la familia. Y porque aquí no hay oportunidades. Estas son las razones que exponen los lectores de LaVanguardia.com para emigrar. Durante estos días hemos recogido numerosos testimonios de personas que han decidido dejar atrás a familia y amigos para encontrar mejor fortuna en otro país. Estos son los datos: entre enero y junio de 2012, Catalunya es la comunidad que más población ha perdido, más de 87.000 personas. Estos emigrantes tienen tres perfiles muy definidos: jóvenes catalanes con excelentes calificaciones académicas, jóvenes latinoamericanos con doble nacionalidad que retornan a su país, y otro grupo variado de personas que han agotado sus prestaciones y que aprovechan la libre circulación por la UE para buscar trabajo.
Es el caso de Elisabeth Muñoz. Tiene 32 años, es abogada y hace casi un año que está en paro. Se encuentra desamparada y cree que la única (y última) opción que le queda es emigrar y trabajar de lo que sea, aunque sea fuera de su ámbito, de aquello “que te permita vivir”.
Para otros, sin embargo, sí que existen opciones, sólo que hace falta paciencia, mucha paciencia. Es el caso de Luis L. A., que opina que el futuro está en España y sólo hay que tener “el valor y el coraje” para esperar un cambio de ciclo: “Un día quizás la tortilla se vuelque y los alemanes vengan a buscar trabajo”. Y es que tampoco todas las experiencias tras emigrar son positivas y muchos acaban volviendo. El usuario Manumath, en este caso, trata de ser optimista: “Si quieres volver a España, vuelve. No hagas caso de como está la situación económica. El que busca siempre encuentra. Pero es mucho más importante estar donde quieras estar, o te arrepentirás y vagarás por el mundo como una simple emigrante a la que nadie le importa. El dinero va y viene, pero solo se vive con los tuyos una vez”.
A pesar de todo, son pocos los que opinan así. Para el lector Enric Badia, es “una pena”, pero no cree que haya más opciones que emigrar. Y Josep Villagrasa opina que “la gent si no treballa va a cercar-se les garrofes, no s'esperen a que vinguin els altres a pagar-los les factures”. Por tro lado, la lectora corresponsal Glòria Guirao habla de “jóvenes exiliados”, estudiantes que salieron a ganar experiencia y que ya no quieren regresar. Y que la experiencia enriquecedora de ver mundo se ha convertido en una necesidad para sobrevivir.
Emigrar más allá de los 50“Lo tengo complicado pero me lo estoy planteando muy seriamente, no por mi, sino por mis hijos de 19 y 17 años. Mi hija terminará su carrera dentro de dos años y mi hijo la empezará el año que viene. Son buenos estudiantes y muy trabajadores. Que futuro les espera?”, escribe Griselda Martí. Empezó a estudiar alemán hace seis años, y si tuviera que emigrar, ese sería su destino. Ha empezaqdo a buscar posibles trabajos en internet con los que cumple los requisitos. Además, tiene familia en Alemania que le podría ayudar con los trámites.
Su marido fue despedido en 2009 de la empresa donde trabajaba desde hacía 32 años y más tarde le contrataron en otra, aunque ahora está pasando dificultades para salir adelante. “A sus casi 54 años otro despido no tendría solución”. A pesar de todo, su mayor preocupación son sus hijos: “Las dificultades nunca me han asustado, lo que me asusta de verdad es que mis hijos no sepan cómo se ganarán la vida”.
Regreso forzadoEl camino de Gabriel Szebun es de ida y vuelta. Llegó en 2002 con sus dos hijas y “cuatro maletas”, huyendo de Argentina. Tras dos años de un trabajo a otro, él y su mujer consiguieron los papeles de residencia y de trabajo. La vida les iba en general bien y se encontraban a gusto en su nueva tierra: “Jamás dudamos en echar raíces, en adaptarnos, en sentirnos parte de la sociedad. Nos fueron dadas múltiples oportunidades, que supimos aprovechar y devolver con respeto y gratitud, compartiendo hábitos y costumbres”.
Todo cambió con el inicio de la crisis, en 2008. Un ERE en 2009, un trabajo temporal de seis meses y media jornada, y hasta un curso de asistencia a personas con incapacidad para reinventar el camino. Hasta que en 2010 se plantearon regresar. “Cualquier explicación que salía de nuestras bocas carecía de solidez, sin tener en claro hacia dónde regresábamos, qué nos esperaba, lo que significaba todo aquello que estábamos dejando atrás”. Sin trabajo y con la incertidumbre de si algún día podrían salir adelante y remontar, volvieron, esta vez con el doble de maletas y el recuerdo de unos años felices.
“Habíamos ido a trabajar y a salir adelante, durante varios años lo conseguimos, pero ahora muchas fuentes desaparecían. No queríamos cobrar un paro, aun cuando nos correspondiera. No queríamos ayuda, sino un digno y legítimo trabajo. Y tal vez ante la impotencia de ver el desmoronamiento y no saber qué hacer al respecto, nos marchamos. Sin acogernos al plan de retorno voluntario, dejando un año y medio de paro sin cobrar, vendiendo lo que teníamos y pagando las deudas”. No querían enriquecerse, sólo tener una oportunidad.
La sensación de volver es extraña. Gabriel explica que se encuentran en “una sociedad desconocida aunque familiar”. No pertenecen a ningún lugar y sólo el tiempo hará que se reencuentren, “pensando cada día en el granito de arena que podemos aportar, moldeando las maneras apropiadas para el desarrollo, buscando el aprendizaje de cada experiencia”. Sus palabras son de gratitud hacia una tierra que les permitió vivir dignamente, con ilusión de poder trabajar para sacar a su familia adelante. “Deseamos que la situación mejore, y aunque con el simple deseo tal vez no baste, creer en que las experiencias nos mejoran como seres humanos puede ser un aliciente para hacer más llevadera las circunstancias”

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